La viticultura del sXXI tiene por delante el reto de la adaptación al cambio climático pero también el de buscar alternativas en el cobre que sean, a la vez eficaces y no perjudiciales para el medio ambiente.
En esta 6a edición del ESW, la problemática de las aplicaciones reiteradas de cobre en la viña ha centrado el debate. Debido a los problemas ambientales y de salud que puede provocar, el cobre es un elemento especialmente contradictorio con los principios de la agricultura ecológica.
Por lo tanto, en la viticultura ecológica, todavía mucho dependen de las aplicaciones de cobre, donde ésta problemática toma especial relevancia.
Las principales conclusiones de esta jornada se pueden resumir en:
El cobre es un metal pesado que se acumula en el suelo, puede ser tóxico para los microorganismos y reduce la fertilidad biológica del sol.
Entre los diferentes cultivos europeos, la viña es el que presenta la tasa mas alta de acumulación de cobre. Existe una alta correlación entre la distribución de los cultivos de viña y la concentración de cobre en el suelo.
La aplicación de fungicidas en base a cobre es la principal fuente antropogénica de contaminación por cobre.
Actualmente, se están ensayando varias alternativas al cobre para el control del mildiu. Algunas de origen biológico, extractos de plantas o microorganismos, productos inorgánicos, etc.
La mayoría de estas alternativas se encuentran en fase de estudio y muchas no son sustitutivos del cobre pero permiten reducir las dosis. Entre los productos de biocontrol más interesantes se encuentran los fosfonatos. Estos productos tienen una alta eficacia, permiten reducir mucho las dosis de cobre y adicionalmente, pueden tener una huella de carbono más baja. Algunos países del norte de Europa están defendiendo que se autoricen en la normativa ecológica europea.
Adicionalmente, se pueden reducir las aplicaciones de cobre optimizando los sistemas de aplicación de los fitosanitarios. Existen soluciones tecnológicas relacionadas con la maquinaría agrícola que permiten mejorar mucho la eficacia de los productos. Consideraciones como adecuar la cantidad de cobre a la vegetación o la formación de los aplicadores son fundamentales para reducir la dosis de los productos aplicados.
En cuanto a la regulación del uso del cobre, el contexto legal es complejo. En 2018 la UE ha reducido a 4Kg/hectárea/año la dosis de cobre y en España ha limitado la renovación de muchos formulados de cobre.
Con estas dosis, años como el 2018, con alta presión de mildiu puede ser muy complicado mantener una viticultura ecológica incluso en la zona mediterránea. Las administraciones tienen que ser ágiles para fomentar alternativas al cobre más sostenibles pero igualmente eficaces. Estas alternativas pueden derivar del resultado de los nuevos ensayos que se están llevando a cabo o bien, productos ya existentes que aseguren una correcta protección de los cultivos, no sean nocivos para el entorno y presenten unas tasas de emisiones de CO2 más reducidas.